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El desafío del envejecimiento positivo

Terminar con los estereotipos, cuidar la salud desde una perspectiva integral y valorar las relaciones sociales en esta etapa de la vida.

En Chile, la esperanza de vida ha aumentado considerablemente en los últimos 40 años, alcanzando un promedio de 79,5 años y posicionándose como una de las más altas en Latinoamérica. Este indicador ha sido determinado por un marcado envejecimiento de la población, estimándose que para el 2035, 13 regiones del país tendrán más adultos mayores que niños.

Por eso, para la Médico Cirujana y Directora Técnica Mercedes Suárez, “es necesario reconocer a los adultos mayores y su rol dentro de la sociedad, eliminando los prejuicios y entendiendo la vejez como una etapa natural de la vida, una etapa que todos viviremos»

Después de los 65 años ocurren una serie de cambios físicos y psicológicos, muchos de ellos esperables, como la pérdida de la elasticidad de la piel, disminución de la masa muscular, cambios en el sistema digestivo, alteraciones de la visión y la audición, menor capacidad para recordar, entre otros.

Sin embargo, el envejecimiento no debe ser sinónimo de limitaciones o dependencia, pues cada persona experimenta estos cambios de manera diferente. Lo importante es identificar cuáles pueden derivar en problemas de salud y estar atento a factores como la predisposición genética, los riesgos ambientales y el estilo de vida.

En ese sentido, la salud integral juega un rol clave. “Esta disminuye el impacto de las enfermedades y beneficia al paciente y su grupo familiar, permitiendo una mejor integración social y calidad de vida», recalca Suárez.

Para los adultos mayores son muy importantes las relaciones interpersonales, pues se enfocan mucho en los afectos y situaciones placenteras. Compartir con sus seres queridos, conocer gente nueva y participar de organizaciones sociales los ayuda a mantenerse activos física, cognitiva y emocionalmente, descubriendo nuevos usos para su tiempo personal.

El desafío entonces es traducir este aumento en la expectativa de vida en verdaderos “años de vida”, en tiempo para disfrutar. Para ello, junto al desarrollo de las políticas sanitarias, es tarea de todos promover el envejecimiento activo de los adultos mayores, integrándolos a los diferentes ámbitos de la vida social para rescatar su experiencia y sabiduría.